No sobra el Ministerio de igualdad; sobran incompetentes dirigiéndolo

Núñez Feijoo ha anunciado que, si se convierte en el próximo presidente, eliminará algunos Ministerios, entre ellos el de Igualdad, cuyas competencias se integrarían en otro, probablemente uno que aglutine los asuntos de Sanidad y Servicios Sociales, perdiendo recursos, relevancia y visibilidad el objetivo de alcanzar la igualdad y poner fin a la violencia contra las mujeres. Es una mala noticia. Las tareas pendientes para lograrlo se cuentan por centenas y no sobran manos, ni recursos, ni instituciones que se dediquen en cuerpo y alma a un fin tan noble como urgente.

Erradicar la demanda de prostitución; impedir la explotación reproductiva; fulminar la pornografía, penar su venta, distribución y consumo online; mejorar los servicios públicos para facilitar la corresponsabilidad y la conciliación; mejorar los recursos de atención a las víctimas de violencia sexual y de género son sólo algunos de los aspectos más urgentes. Tanto como, sobre todo, invertir en su prevención, con una correcta educación de ambos sexos, responsabilizando a los hombres para abandonar los mandatos sexistas y violentos para los que han sido socializados, con independencia de que no todos los cumplan. Y a poder ser sin pamplinas introducidas por el suavón “el patriarcado nos oprime también a nosotros, jope”.

No menos urgente es corregir las leyes sexistas aprobadas recientemente. Igualmente, promover una educación afectivo sexual integral que, además de enseñar la prevención de las enfermedades de trasmisión sexual y los embarazos no deseados, eduque integralmente a los y las adolescentes en materia de sexualidad, lo que obliga a ofrecerles una visión positiva y responsable del sexo, siempre con información acorde a su grado de madurez, como un espacio en el que la comunicación, la libertad, el respeto y el escrupuloso cuidado por el bienestar, la igualdad y la dignidad del otro y de uno mismo a través del buen trato, el afecto y la complicidad son ingredientes indispensables.

Que Montero y su pandilla, pues no merecen referencia más seria, hayan convertido a una institución tan importante y digna como un Ministerio dedicado a superar la desigualdad entre los dos sexos en un carajal que invita a la burla y a la vergüenza ajena no demuestra la inutilidad del Ministerio ni la impertinencia del fin para el que fue creado. Sólo demuestra que Lledó tenía mucha razón cuando sentenció que el problema no son los imbéciles, sino los imbéciles con poder.

Espero que, cuando vuelva a existir, sea para estar dirigido por cabezas instruidas, feministas y dispuestas con el mayor empeño de servir a la ciudadanía y particularmente a las causas más justas. Para que ninguna mujer sea prostituida. Para que ninguna mujer sea objeto y víctima de la pornografía. Para que ninguna mujer sea explotada reproductivamente. Para que ningún demandante de prostitución, ni de pornografía, ni para que ninguna persona o pareja pueda comprar impunemente a niños y mujeres en el extranjero como quien acude a una feria de ganado. Para que las campañas de concienciación contra las violencias y todos los recursos destinados a su prevención sean efectivos y constantemente puestos al servicio de la ciudadanía. Para que la educación en igualdad y afectivo-sexual sea vertebrada por la ciencia, el respeto y la igualdad entre los sexos. En definitiva, para que el Ministerio deje de ser el chiquipark particular de un grupito de influencers jugando a mandar y a hacer gamberradas estridentes que sólo han producido rechazo, confrontación, burla y, lo que es peor, un perjuicio irreparable para todas las mujeres que viven en España. El Ministerio de Igualdad no debe desaparecer. Deben desaparecer las y los incompetentes que lo ocupan.